martes, 16 de julio de 2024

¿Está nuestra profesión en riesgo? ¿Se puede reemplazar el maestro que forma, por la máquina que enseña? Consideraciones de nuestra labor en el futuro de la educación.


Por: María Gladys Pacheco Rojas 

Docente de Lenguaje y Comunicación 

Magister en Artes con Mención en Dirección teatral

Participante activa la Red Maestro de Maestros de Chile



Para iniciar el desarrollo de esta reflexión, tomaremos como punto de partida la siguiente cita encontrada en el libro, La fábrica de cretinos digitales: “Lo digital es, ante todo, una vía para reducir los ingentes gastos en educación y convertir a los profesores en miembros de esa larga lista de especies en peligro de extinción” (Desmurget M, 2022, p. 62) la anterior afirmación nos permite, entender el panorama poco positivo que se esboza por parte de varias personas inmersas en el campo educativo, acerca de cuál va ser el futuro de nuestra profesión y el temor que existe frente a los cambios que corresponden al papel del docente. Nos da una idea de lo que muchos profesores cuestionan frente al cambio que se espera en los niveles educativos y que basados en este precepto, amenazan el rol del docente en el futuro. Competir con diferentes plataformas y aplicaciones que hacen un trabajo impecable, a la hora de explicar un tema, dar conceptos,  ejemplos y dinámicas que permitan a los estudiantes aprender de forma lúdica, es algo que está en la mente de muchos pedagogos que aún no resuelven el hecho de entregarse al mundo digital o quedarse al margen, tratando de educar a una generación que ha crecido lejos de la era analógica. 



Con base en lo anterior, es importante preguntarse ¿Podría realmente una inteligencia artificial tomar el rol del docente, y seguir educando las generaciones futuras? Esta pregunta quizás se le han hecho muchos profesores involucrados con el tema de la educación digital, la posibilidad de que sea una máquina, programa, o, una IA, la que haga el trabajo de formación que hemos realizado los docentes durante años, es aterradora y hostil, y permite ver el futuro como un terreno árido para nuestra profesión. La idea alarmante que se ha mencionado, no solamente es un posible panorama, sino que es una evidencia en una realidad actual, pues muchas inteligencias artificiales están abordando el trabajo educativo con nuestros estudiantes de manera no monitoreada. Falta saber que Chat GPT realiza los trabajos de muchos de nuestros estudiantes y más que un buscador mucho más preciso, o un apoyo pedagógico, los estudiantes lo toman como el facilitador en la creación de textos de todo tipo y como copia a cualquier respuesta de examen. Pero si todo esto ya es posible, ¿Cómo podríamos nosotros los docentes integrar la tecnología al aula de clases sin ser reemplazados por ella? Bueno, la educación digital sin la presencia humana de un profesor, representa un escenario donde la tecnología y los recursos en línea se convierten en los principales mediadores del aprendizaje, y aunque ofrece flexibilidad en cuanto a horarios y ubicación, existe una preocupación acerca de lo impersonal que puede resultar esta modalidad. Los estudiantes pueden encontrarse frente a una pantalla sin la interacción directa y enriquecedora que brinda la presencia física de un profesor. Esta falta de conexión emocional y social puede generar un sentimiento de aislamiento y desmotivación, ya que los aprendices pueden perder la sensación de pertenencia a una comunidad de aprendizaje.



Además, la educación digital puede requerir una mayor autodisciplina y habilidades de autorregulación por parte de los estudiantes, ya que no cuentan con la presencia física de un profesor que los guíe y motive constantemente. Estos aspectos pueden dificultar el aprendizaje y requerir un esfuerzo adicional por parte de los pupilos para mantenerse comprometidos y enfocados en su proceso educativo. Se puede decir que, es fundamental encontrar un equilibrio entre el uso de la tecnología como recurso pedagógico y la guía de los profesores para garantizar una educación efectiva y significativa. Todo esto fue probado durante la pandemia donde, a la vuelta de las clases presenciales y relacionando los contenidos con las estrategias y plataformas que fueron muy usadas en la educación virtual, pudimos entender que a pesar de que se nos mostraba que había gran facilidad para que los estudiantes estudiaran desde sus casas y pudieran aprender de forma significativa, se notaron en diferentes experiencias y diversos instrumentos evaluativos, que todo esto no fue propiamente la realidad de los alumnos en la práctica, debido a que aparentemente habían aprendido bastante en el contexto de la pandemia, pero cuando esto fue llevado a un instrumento de medición nada de esto era la realidad concreta de lo que se había pronosticado en la vuelta a las clases presenciales. De esta manera, en el regreso a la presencialidad, se aplicaron diferentes instrumentos evaluativos en varios cursos de la escuela Polonia Gutiérrez Caballería en Lampa (Región metropolitana Chile), donde los estudiantes que más presentaban avance significativo en sus procesos de aprendizaje online, fueron los que más vacíos conceptuales presentaron a la hora de reforzar todos los elementos que de alguna u otra manera se evaluaron como objetivos logrados.


Así fue como se sacaron varias conclusiones con respecto a la educación virtual en lo que fue el proceso de retorno a la “normalidad” de la educación. Una de ellas tiene que ver con la falta de vínculo interpersonal, ya que muchos de los estudiantes se conectaban sin cámara, o sin micrófono y no se sabía, a ciencia cierta, si estaban o no al otro lado mientras las clases estaban desarrollando. Es por ello que a pesar de que posteriormente se hacía una especie de ticket de salida o alguna evaluación de la clase, en donde el estudiante salía bien evaluado, se pudo comprobar que muchas veces esto no era desarrollado por ellos mismos, sino por los adultos que se encontraban junto a ellos, o por mismas aplicaciones a las que podrían recurrir con facilidad. Entra aquí en tela de juicio el tema ético, que responde al estar enfrentado a un dispositivo tecnológico sin supervisión y sin unas reglas precisas, o quizá, una falta de capacitación donde se entienda cuál es el papel del estudiante y cuál es el papel del  dispositivo en el proceso educativo. Los resultados de vuelta a las clases presenciales fueron nefastos, puesto que permitieron entender que la falta de vínculo humano entre el estudiante y el profesor mediada a través de un sistema que requiere compromiso,  que requiere verdad,  que requiere honestidad,  no se desarrolló bien en muchas instituciones educativas en Chile.


En concreto, esta experiencia nos sirvió para determinar que para que una educación virtual sea exitosa se necesita constancia, determinación, disciplina y un trabajo de autocontrol que permita que los conocimientos lleguen de forma precisa. Esto visto desde el ángulo de estudiantes de básica y media que tienen toda la posibilidad de generar distractores, de apagar la cámara, el micrófono y seguir haciendo otras actividades que no permiten la concentración ni la aprehensión de los conocimientos, hacen que la educación virtual no sea efectiva, por el contrario, muestra datos imprecisos y falsos sobre un posible aprendizaje o alcance de los logros que realmente no se dieron.  Es decir, la tecnología es una herramienta poderosa y complementaria en el proceso educativo, pero no puede reemplazar la importancia de la presencia humana y el rol único que juegan los docentes en la vida de sus alumnos. Es a través de esa conexión humana, del respeto mutuo y la confianza, que los estudiantes encuentran la motivación para aprender, para superar retos y  desarrollar su potencial al máximo. Por lo tanto, es fundamental reconocer y valorar la contribución única que los profesores hacen en la educación, y buscar formas de combinar sabiamente la tecnología con el enfoque humano para crear una experiencia educativa enriquecedora y significativa para todos los estudiantes. Pues tal como lo plantea el Doctor Mora, (Doctor en Medicina y Neurociencia) “El maestro debe ser la joya de la corona de un país, es su humanidad lo que puede transmitir humanidad” (Mora. 2018) Esta afirmación,  nos permite entender que si bien el conocimiento está al alcance de cada uno de nuestros estudiantes en los diferentes dispositivos, aplicaciones y sistemas de información; la parte emocional no podrá ser suplida bajo ninguna circunstancia,  y la motivación real sólo puede ser transmitida entre personas, sobre todo cuando hablamos de aquellos que  ha entregado su vida a la educación y  saben lo que hacen cuando se enfrentan indistintamente a diversos ritmos de aprendizaje en sus estudiantes, comprendiendo que su labor va más allá de enseñar un conocimiento,  sino que también se centra en el proceso de formación de una persona.




Entonces, ¿Cuál es el nuevo rol del profesor, si el conocimiento está al alcance del alumno, en este nuevo contexto? Bien, se puede decir que la  enseñanza va más allá de la mera transmisión de contenidos, implica establecer conexiones significativas con los estudiantes, ofrecer apoyo emocional y guiarlos en su camino de aprendizaje. Tal como lo plantea el siguiente autor “Cuanto más dejamos en manos de la máquina una parte importante de nuestras actividades cognitivas, menos material encuentran nuestras neuronas para estructurarse, organizarse y conectarse” (Desmurget M, 2022, p. 54) De esta manera, La empatía, la comprensión y el estímulo emocional que los docentes brindan, son esenciales para despertar el deseo de aprender en los alumnos. La sonrisa, el acompañamiento y la tranquilidad que un profesor puede proporcionar en el aula crean un ambiente propicio para el crecimiento y desarrollo integral de los estudiantes, no se puede hablar de un proceso completo en la enseñanza donde solo esté presente el dispositivo, puesto que para adquirir un aprendizaje significativo debe haber una intervención pedagógica. El rol del docente no va a ser solamente entregar un conocimiento en el aula de clase, sino que se centrará en dar la posibilidad a los estudiantes de tener una postura crítica, de reflexionar sobre el uso de toda la información que pueden llegar a tener si se lo proponen, y de como ocupar estrategias que permitan aprender de forma autónoma, para facilitar sus procesos de comprensión y enfrentarse al nuevo mundo digital sin perder la humanidad y la inteligencia.



Cabe destacar, que la tecnología llegó para quedarse y el mundo a partir de ahora estará en un continuo cambio, de igual forma que el cerebro de nuestros estudiantes. Y si bien, aún no tenemos claro cuáles serán todas las implicaciones cerebrales que traerán para ellos la influencia de la tecnología en este mundo digital, de lo que no hay duda, es que el cerebro de nuestros alumnos no será el mismo que el de hace un siglo. En definitiva, la educación en un mundo híperconectado nos desafía a caminar de la mano con la tecnología como aliada, pero sin perder de vista nuestro rol como maestros formadores. La neuroeducación nos brinda las herramientas para comprender y potenciar el aprendizaje, mientras que las estrategias metodológicas a través de la tecnología nos permiten crear un ambiente educativo enriquecedor y adaptado a las demandas del siglo XXI. Nuestra labor en el futuro de la educación será la de guiar y acompañar a nuestros educandos en su camino hacia el conocimiento, fomentando su curiosidad y creatividad. Definitivamente, la educación debe dar respuesta a ese cambio, porque será esta justamente, la que entregue las herramientas y habilidades a las nuevas generaciones para enfrentarse a un mundo incierto, fluctuante y en constante transformación. 




Referencias bibliográficas



  • Desmurget, M. (2020) La fábrica de cretinos digitales. Barcelona: Ariel


  • Mora, F.  (2017) Neuroeducación: Sólo se aprende lo que se ama. España: Alianza Editorial.




jueves, 4 de julio de 2024

Perjuicios y beneficios de la tecnología: Cómo aprovechar los perjuicios y ocuparlos a nuestro favor para la facilitación del aprendizaje.




 Por: María Gladys Pacheco Rojas 

Docente de Lenguaje y comunicación 

Magister en Artes con Mención en Dirección teatral

Publicado en la plataforma de la Red de maestros de maestros de Chile



Para nadie es un secreto que el uso excesivo de la tecnología puede tener perjuicios en los cambios cerebrales de los estudiantes, especialmente en el desarrollo de sus habilidades cognitivas y sociales. El tiempo prolongado frente a pantallas puede llevar a una disminución en la capacidad de concentración y la atención sostenida, ya que la rápida alternancia entre diferentes estímulos visuales y auditivos puede sobrecargar el cerebro y dificultar la focalización en una tarea específica. Además, el uso constante de dispositivos electrónicos puede reducir la cantidad y calidad del sueño, lo que afecta negativamente la consolidación de la memoria y el proceso de aprendizaje, “Recientemente los científicos han empezado a interesarse, también por los dispositivos móviles, entre ellos, lógicamente el omnipresente smartphone. Esta plataforma de distracción masiva, reúne todas (O casi todas) las funciones digitales de ocio: Permite acceder a todo tipo de contenidos audiovisuales, practicar videojuegos, navegar en Internet, intercambiar fotografías, imágenes y mensajes etc. sin ninguna limitación de tiempo y espacio” (Desmurget M, 2020, p. 38) La cita anterior, pone de relieve la creciente preocupación en el impacto de los dispositivos móviles, en nuestras vidas cotidianas. Estos dispositivos se han convertido en una plataforma de distracción masiva que nos rodea constantemente y ofrece una amplia gama de funciones digitales de ocio. Desde acceder a contenidos audiovisuales hasta practicar videojuegos, navegar por Internet y mantener comunicación constante con otros a través de mensajes y fotografías, el smartphone nos ofrece una tentadora fuente de entretenimiento sin límites de tiempo y espacio y esto visto desde el ámbito pedagógico se presenta como el nivel más complejo de distracción al que un estudiante pueda exponerse en el aula de clase.


La adicción a los dispositivos móviles y la tendencia a utilizarlos en exceso pueden afectar nuestra concentración, productividad y bienestar emocional. Pensar en dejar una práctica pedagógica a un dispositivo, genera muchas dudas en el gremio de los docentes, pues tal como lo plantea Desmurget, “Un ordenador no enseña a pensar, tampoco es capaz de sonreír, acompañar, guiar, consolar, animar, estimular, tranquilizar, emocionar o demostrar empatía, elementos todos ellos fundamentales para la transmisión y el despertar del deseo de aprender”. (Desmurget M, 2020, p. 56) Si bien los ordenadores y dispositivos tecnológicos pueden ser herramientas valiosas para facilitar el acceso a la información y el aprendizaje, no pueden reemplazar el papel fundamental que juegan los docentes en el proceso educativo. Los profesores no solo transmiten conocimientos, sino que también desempeñan un papel crucial en el desarrollo emocional y social de los estudiantes


Estos perjuicios en los cambios cerebrales de los estudiantes tienen un impacto profundo en la enseñanza y el aprendizaje dentro del aula de clase. Los docentes se enfrentan al desafío de mantener la atención de los estudiantes y fomentar su participación activa en un entorno donde la tecnología compite constantemente por su interés, cuando no hay un buen uso del sistema. La necesidad de adaptarse a estos cambios en la forma de procesar información y aprender requiere una actualización constante de las estrategias pedagógicas y la incorporación inteligente de la tecnología como recurso educativo.


Si bien, la falta de habilidades de pensamiento crítico y análisis puede llevar a una comprensión superficial de los contenidos y dificultar la aplicación del conocimiento en situaciones reales. Los docentes deben esforzarse por desarrollar en sus estudiantes la capacidad de reflexionar, analizar y sintetizar la información para que puedan enfrentar los desafíos del mundo actual de manera efectiva. Asimismo, se hace necesario fomentar el equilibrio entre el uso de la tecnología y las interacciones sociales para garantizar un desarrollo integral de los estudiantes en todas sus dimensiones.



Entonces la pregunta que debemos hacernos es: Sí tenemos una herramienta, la cual,  hemos visto como enemigo durante todo este tiempo, y el hecho de aislarla de nuestras prácticas docentes no nos ha funcionado ¿Por qué no empezar a ocuparla, para darle un sentido educativo en nuestras prácticas pedagógicas cotidianas? Cuando planteamos esta pregunta,  es inevitable no referenciar la analogía de los dispositivos tecnológicos, como caballos de Troya que podrían permitirnos a nosotros los docentes conquistar el territorio de nuestros estudiantes y ganar la guerra en el proceso de aprendizaje y enseñanza que se presenta a diario en las aulas de clase. 


Ahora bien, los perjuicios de la tecnología en la educación existen, sí, y hoy están latentes en nuestro quehacer, sobre todo donde los docentes ven los dispositivos como sus contrincantes. Es por ello que teniendo claro este concepto, hay que empezar a ver la otra cara de la moneda, y también entender qué es posible aprovechar sus aspectos negativos y convertirlos en beneficios. Y es aquí cuando hablaremos de algunas consideraciones para hacerlo:



  • Fomentar el pensamiento crítico y la alfabetización digital: Enseñar a los estudiantes a ser críticos en su uso de la tecnología es fundamental, ayudarlos a desarrollar habilidades de evaluación de la información en línea, a identificar sesgos y a entender cómo funciona, los capacitará para utilizarla de manera más efectiva y evitar riesgos potenciales. 


  • Utilizar herramientas colaborativas en línea, como documentos compartidos o plataformas de aprendizaje en línea, para que los estudiantes trabajen juntos en proyectos, compartiendo ideas y colaborando en tiempo real, incluso si no están físicamente en el mismo lugar.


  • Adaptar el aprendizaje a los estilos individuales: Existen diversos instrumentos digitales, como Quizziz que entrega resultados precisos en mecanismos de evaluación, que nos permite entender en qué nivel de progreso se encuentran los estudiantes,  y esto ayuda a identificar los estilos individuales de aprendizaje de cada uno de ellos. Utilizar herramientas y aplicaciones que ofrezcan opciones de aprendizaje diferenciado y personalizado, permitirá a los estudiantes avanzar a su propio ritmo y enfocarse en áreas específicas de interés o necesidad.


  • Promover la creatividad y la innovación: La tecnología proporciona un amplio abanico de herramientas y recursos para fomentar la creatividad y la innovación. Animar a los estudiantes a utilizar herramientas de diseño gráfico, edición de video o programación para expresar sus ideas, resolver problemas y crear proyectos significativos.


  • Facilitar la retroalimentación y la evaluación: La tecnología puede agilizar el proceso de retroalimentación y evaluación. Utilizar plataformas en línea que permitan a los estudiantes enviar trabajos, recibir comentarios y realizar autoevaluaciones. Esto agiliza el flujo de información entre el maestro y el estudiante, permitiendo una retroalimentación más rápida y efectiva.

En la Escuela Polonia Gutiérrez Caballería, los perjuicios de la tecnología en el aula se han transformado en valiosas oportunidades de aprendizaje en Séptimo Básico. Uno de los principales problemas identificados es la distracción constante de los estudiantes debido a los smartphones. Para convertir esto en un beneficio, se ha implementado el uso de aplicaciones educativas que permiten a los estudiantes interactuar con el contenido de manera más dinámica y atractiva. Por ejemplo, durante una clase de Lengua y Literatura, se utilizó la aplicación Kahoot para repasar conceptos clave de narración, lo que no solo mantuvo la atención de los estudiantes, sino que también fomentó la competencia saludable y el aprendizaje activo. Además, el uso de los dispositivos móviles se ha canalizado hacia actividades de investigación en línea, enseñando a los estudiantes a verificar la veracidad de las fuentes, promoviendo así la alfabetización digital y el pensamiento crítico.

Otro perjuicio común, que hemos aprovechado transformándolo en un beneficio, es la tendencia a la superficialidad en la comprensión debido al acceso fácil y rápido a la información. Para contrarrestar esto, se ha implementado el uso de plataformas de aprendizaje como Edmodo para crear espacios de discusión más profundos y reflexivos. Los estudiantes participan en foros donde deben analizar textos narrativos y debatir sobre ellos, lo que mejora sus habilidades de análisis y síntesis. La tecnología también ha sido usada para facilitar la retroalimentación continua. Usando herramientas como Google Docs, los estudiantes pueden recibir comentarios inmediatos sobre sus escritos, lo que les permite mejorar sus trabajos en tiempo real. Además, aplicaciones como Flipgrid se han utilizado para que los estudiantes graben presentaciones orales de sus análisis literarios, ayudándoles a desarrollar habilidades de expresión y comunicación. Al fomentar el uso responsable y dirigido de la tecnología, hemos logrado transformar los posibles perjuicios en poderosas herramientas para el aprendizaje efectivo y significativo.


En síntesis, hay que recordar que es importante encontrar un equilibrio y utilizar la tecnología de manera intencional y consciente. No se trata de usarla  por el simple hecho de hacerlo, sino de aprovecharla de manera estratégica para mejorar la enseñanza y el aprendizaje. La tecnología puede ser una herramienta poderosa en la educación cuando se conocen sus perjuicios, y desde ahí, se utiliza de manera responsable, adaptándola a las necesidades de los estudiantes.



Referencias bibliográficas



  • Desmurget, M. (2020) La fábrica de cretinos digitales. Barcelona: Ariel


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